En 2016 un tornado atraviesa la ciudad de Dolores en Uruguay. El templo de la Iglesia Evangélica Valdense fue destruido por el mismo, junto a centenares de casas, comercios y graneros. Quienes atraviesan la experiencia y sobrevive al desastre, atraviesan el proceso de duelo material y simbólico. Una comunidad de fe que pierde su espacio de adoración y se vuelve a la tarea diacónica tras una situación de desastre. “Buscar el Reino de Dios que lo demás vendrá por añadidura”: las redes de ayuda se hicieron presentes enseguida, pero identificar prioridades, valorar dones y equiparse de las herramientas técnicas necesarias se vuelve imperioso en el proceso comunitario de reconstrucción de la ciudad. Organizar la ayuda y repensar la acción de la iglesia en la comunidad, su nexo con otras organizaciones humanitarias. Y luego, las formas de construir y habitar la memoria, para que la gestión de riesgos viva también en la significación de la experiencia del desastre por parte de las generaciones futuras.