En la interpretación de los símbolos y discursos publicitarios de las empresas multinacionales identificamos la idea de actualizar(se) constantemente, proponiendo una lógica de lo ilimitado: esto no es otra cosa que la codicia del extractivismo y la producción sin fin. Esta forma de gobernar tiránicamente la Tierra que es finita, se ancla en una visión que aún desde voces valederamente críticas como la encíclica Laudato si', siguen proponiendo una “fe” antropocéntrica que no logra evidenciar la clausura o encorvadura sobre sí mismo del ser humano en este círculo destructivo, una auténtica concupiscencia de la carne. A esto se opone una visión del límite liberador que propone el Evangelio, a través del adviento de Dios manifestado en el llamado de la Cruz, del gemido de la Tierra, del reclamo de quienes son vulnerabilizados día tras días por este sistema. Este llamado invoca la justicia divina: desde la gracia y para la vida, una auténtica ecojusticia para la casa común.