El próximo día 31 de octubre, protestantes del mundo entero celebran los 505 años de la Reforma Protestante, movimiento liderado por Martín Lutero en Alemania, resultado de las inquietudes y diversas tentativas de reforma de la iglesia occidental por muchos líderes que lo precedieron, pero que no tuvieron su mismo éxito.
Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.
Romanos 12:2 (RVC)
Se dice, en sentido figurado, que la iglesia occidental tenía aprisionado a Dios en su rígida estructura jerárquica, su gobierno tirano y autoritario y su pretensión de regular la vida de los individuos, la ciencia y la política.
La Reforma Protestante significó la “liberación de Dios” y, según el pensamiento de Juan Calvino, el reconocimiento de su soberanía. A la soberanía de Dios se somete el individuo, la Iglesia y el Estado. Esa sumisión no permite confusiones entre uno y otro. Las tres esferas son, al mismo tiempo, interdependientes, pero cada una tiene su propio ámbito de actuación.
Esta herencia que recibimos de Calvino, de separación entre individuo, Iglesia y Estado, pero al mismo tiempo los tres sometidos a la soberanía de Dios, permitió a la sociedad occidental perfeccionar los mecanismos de la democracia y el desarrollo de instancias de control y colaboración entre los tres.
Los tiempos actuales vividos por la iglesia cristiana en todo el mundo son de alerta y llamado a la reflexión, para que sepamos qué caminos tomó la Iglesia de Cristo y si estos son senderos que conducen a la vida o a la muerte.
Las iglesias reformadas, en particular, que siguiendo el pensamiento calvinista contribuyeron para la construcción de estructuras sociales y estatales de promoción de la vida humana, con un pensamiento teológico vigoroso y desafiante, pasan en la actualidad por una profunda crisis. Algunas de esas iglesias abandonaron su accionar profético y proactivo de crítica y promoción del cambio social, y se dejaron capturar por ideologías y formas de pensamiento frontalmente contrarias a la voluntad de Dios para la humanidad.
Cuando parte de la Iglesia de Cristo se alinea a gobiernos y estructuras políticas, soltando la mano a su voz profética, no hay dudas que corremos los mismos riesgos que sorteamos en la historia de la iglesia, cuando ésta se alineó al imperio romano y después se volvió ella misma un imperio humano y mundano, alejado de Dios, y que al contrario, lo mantuvo aprisionado.
Como iglesias hermanas y asociadas de América Latina, debemos reflexionar hasta que punto hemos sido testigos de un Evangelio transformador, o nos hemos prestado a intereses menores de un poder mundano que muchas veces niega al pobre y al necesitado, el mínimo necesario para su supervivencia y que hace de la democracia instrumento de su destrucción, traicionando sus presupuestos.
Hacemos un llamado a las iglesias miembros de AIPRAL a ser sal y luz en estos tiempos oscuros de intentos de suprimir la libertad, de negar derechos a los oprimidos y las minorías, de imponer una lógica de mercado en la que solo valen quienes tienen poder adquisitivo.
Que las Iglesias Miembros de AIPRAL rescaten los valiosísimos principios de la Reforma Protestante, revisen la contribución del pensamiento social de Calvino, para que podamos ser testigos de una fe auténtica e inquebrantable, actitud más que necesaria en una sociedad dominada por el amor al dinero.
Soli Deo Gloria.
Rev. Wertson Brasil de Souza
Presidente de AIPRAL
Excelente reflexión del presidente de AIPRAL.
Excelente reflexión del presidente de AIPRAL. Dios lo utilice para promover la predicación y enseñanza de un evangalio verdaderamente liberador.