Encontrar una caricia de divinidad

La Alianza acompaña a sus iglesias miembro y comparte junto a ellas un mensaje de cuidado y esperanza ante la pandemia de covid-19 que afecta a nuestro planeta. En este quinto video, la Directora del Departamento de Juventud, Ts. Lucía Maureliz pregunta como estamos sintiéndonos en esta pandemia que paraliza al mundo entero y recluye a todas las personas. La tecnología suele ser refugio de la población más joven y a la vez una ocasión de servicio, donde acompañar a nuestras comunidades, usando herramientas digitales para acercarnos, para coordinar ayuda y atención a quien más lo necesita, para sostener nuestra espiritualidad.

A través de esta serie de audiovisuales invitamos a contemplar diferentes situaciones que nos interpelan y nos comprometen como Iglesia y como sociedad.

¿Quién hubiera imaginado, que al saludar este nuevo año, nos íbamos a encontrar, cara a cara, con una pandemia de semejante magnitud? Es algo completamente nuevo para nosotras y nosotros, las personas más jóvenes. Sin embargo, incluso las personas adultas mayores en nuestros entornos no recuerdan haber atravesado una circunstancia así, que paraliza al mundo entero y recluye a todas las personas: ricas, pobres, jóvenes o mayores, en el norte o en el sur, en sus espacios propios.

Algunas, algunos tenemos el privilegio de un techo, de una casa, de un empleo, de una familia que nos sostiene, de una comunidad de fe que nos anima y que nos abraza. Otras muchas personas han quedado a la deriva, esperando poder encontrar en otro ser humano una caricia de divinidad, en la forma de un plato de comida, un abrigo o una palabra de afecto, porqué no.

¿Cómo hemos reaccionado como juventudes ante este tiempo desafiante? Somos mayoritariamente de generaciones que han nacido o hemos aprendido a convivir con la tecnología. Quizá en ella nos refugiamos y nos recluimos, esperando que esta tormenta virósica pase… O, tal vez, hemos visto en esta pandemia una oportunidad de transformar aquello que nos es tan cercano en una ocasión de servicio. Usando las redes para acercarnos a quienes más nos necesitan, enseñando con las precauciones necesarias a nuestros mayores a utilizar sus dispositivos electrónicos, generando, porqué no, recursos que permitan sostener la espiritualidad de nuestras comunidades por medio de la música o de otros recursos.

Quizá nos ofrecimos como voluntarios o voluntarias para acompañar experiencias solidarias en las iglesias o en las comunidades más allá de la iglesia: en comedores, en merenderos, repartiendo comida o abrigo. Ofreciendo también, hacer las comprar a algún vecino a a alguna persona mayor que nos necesita.

Quizá nos animamos a escribir lo que sentimos, cómo estamos, dándonos la posibilidad de descubrirnos también frágiles y necesitados y necesitadas del afecto y porqué no, de la solidaridad de otras personas.

¿Cómo hemos reaccionado como juventudes ante esta pandemia? ¿Cómo estamos atravesando este tiempo complejo?

Bajo la mirada amorosa de Dios, dejémonos guiar por su Espíritu, para poder navegar por estas aguas turbulentas en la certeza que la tormenta va pasar y que Jesús no nos dejará a la deriva. Y descubramos, descubrámonos parte de una comunidad de afecto y de cuidado, para sentirnos abrazados y abrazadas por otras personas y para abrir nuestros propios brazos, desde nuestros dones, para abrazar a quienes van en nuestra misma huella, esperando que amanezca el mundo nuevo.