Ante el fallecimiento de Pablo Sosa

…La esperanza es árbol que plantamos / un camino que abres con tus manos / y otros llegan hasta el mar.

El día sábado 11 de enero, falleció el músico, compositor, pastor y hermano Pablo Sosa. Su labor en el campo de la creación litúrgica y la composición musical lo llevó a ser reconocido en todo el mundo, siendo promotor de ritmos y melodías rioplatenses en el universo ecuménico. Sus himnos fueron traducidos a diferentes idiomas: inglés, alemán, portugués, sueco, finlandés, chino y japonés, y recorrieron el planeta como voz profética de esperanza y compromiso con el Reino de justicia y paz.

Desde la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, saludamos a familiares de Pablo Sosa, a la hermana Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA) y agradecemos a Dios todopoderoso por la vida del compositor, por utilizar sus manos para seguir abriendo el camino de la liturgia y la himnología latinoamericana, por predicar en sus versos y estrofas el amor que nace de Cristo y permitir que en cada celebración rememoremos la comunión con la sonoridad de nuestras tierras.

Pablo Sosa nace el 16 de diciembre de 1934 y cursa sus estudios teológicos en el Instituto Superior Evangélico De Estudios Teológicos (ISEDET) en Buenos Aires, Argentina. Se forma en música eclesiástica en el Westminster Choir College (Princeton, EUA), la Hochschule für Musik (Berlín, Alemania) y en la Escuela de Música Sacra del Union Seminary (Nueva York, EUA).

Se desempeña como pastor en la IEMA y como profesor de liturgia e himnología en ISEDET, donde funda en 1962 la Escuela de Música. Fue profesor de dirección coral en el Conservatorio Nacional de Música Carlos Lopez Buchardo en Buenos Aires, por 30 años.

Como señala la IEMA en su comunicado, La vida del maestro y pastor Pablo Sosa estuvo moldeada por la música y tal como lo definieron desde The Hymn Society en un un homenaje que le realizaron en 2018:“el acto de cantar juntos moldea la fe, alivia el quebranto, transforma vidas y renueva la paz. Nuestra misión, por lo tanto, es estimular, promover y animar el canto congregacional”.

Para honrar su memoria, estarán los numerosos cantos en los himnarios de nuestras iglesias que llevan su autoría, en oportunidades en colaboración con liturgistas del continente: El Cielo canta Alegría, Vamos, Cristo vive, Si fui motivo de dolor, Momento nuevo, Este es el día, Miren que bueno.