Piedras, ¿para qué las usas?

Que las piedras en nuestras manos sirvan para construir puentes de unidad, no muros de separación. Compartimos el devocional de apertura de la primera reunión del Comité Ejecutivo de AIPRAL en este año 2021.

Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer,* diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová.

* que significa piedra de ayuda.

1a Samuel 7:12 (RVR)

Cuando estaba en la Ciudad de México traje una pequeña piedra de las ruinas del sitio arqueológico azteca de Teotihuacán, como recordatorio de las grandes cosas que la humanidad puede hacer con piedras, pequeñas y grandes. Sin embargo, también para no olvidar la capacidad de destrucción del ser humano frente a sus semejantes, que es lo que sucedió con la llegada de los españoles al continente americano.

Para mí, las piedras tienen un significado especial; son pedagógicas, cuentan historias. No hay forma de hablar de piedras sin el poema de Carlos Drumond de Andrade, que dice:

A mitad de camino había una piedra
había una piedra a mitad de camino
tenía una piedra
a mitad de camino había una piedra.
Nunca olvidaré este evento
en la vida de mis retinas tan cansada.
Nunca lo olvidaré a mitad de camino
tenía una piedra
había una piedra a mitad de camino
a mitad de camino había una piedra.*

* traducción libre.

 

El profeta Samuel, en un momento histórico importante para el pueblo de Israel, también colocó una piedra en medio del camino, entre dos ubicaciones geográficas (Mizpa y Sem).

Tal piedra fue un monumento al reconocimiento de la ayuda y presencia de Dios junto a su pueblo hasta ese momento. Debe seguir siendo un memorial para las generaciones futuras, dando testimonio del cuidado y el poder de Dios para su pueblo. Sin embargo, las piedras se utilizan a menudo como un instrumento de opresión, violencia y muerte. Así sucedió con los maestros de la ley y los fariseos en Juan 8:1-11, en el episodio de la mujer sorprendida en adulterio, que estaba a punto de ser apedreada hasta la muerte. En este momento Jesús se opone a las piedras del legalismo y la opresión contra la mujer, pidiendo a quienes no han pecado que arrojen la primera piedra. Todos abandonaron sus piedras y empezaron a sentir el peso de la verdad de las palabras de Jesús, que les quitó las máscaras de la hipocresía, la religiosidad sin amor y la dureza de esos corazones.

En la mañana del martes 2 de febrero de 2021, el coordinador de la Pastoral do Povo de Rua (Pastoral del Pueblo de la Calle), Padre Júlio Lancellotti, indignado, rompió las piedras colocadas debajo de uno de los viaductos de la ciudad de São Paulo, que tenían como objetivo evitar que las personas sin hogar puedan ubicarse y pernoctar allí.

Con un mazo en la mano, recordando a Jesús cuando toma el látigo en el templo, el sacerdote comienza a quitar los bloques que allí colocó el gobierno, que en lugar de actuar de manera proactiva para que esas personas pudieran tener un lugar digno para vivir, prefirió expulsarlos, colocando piedras en el lugar que servía de refugio.

Debido a la repercusión de la actitud del padre Júlio, la ciudad de São Paulo ordenó, al día siguiente, retirar las piedras y desvinculó a uno de sus empleados, alegando que habría tomado tal decisión sin órdenes superiores.

Lamentablemente, más de 24 mil personas viven en las calles, sólo en la ciudad de São Paulo. Esta triste realidad es una denuncia de que nuestro sistema económico y político está en quiebra y que la pobreza y la desigualdad social solo aumentan cada año.

Que los cristianos usemos las piedras para erigir altares de adoración a Dios, reconociendo su presencia entre el pueblo, especialmente entre los que sufren.
Que las piedras en nuestras manos sirvan para construir puentes de unidad, no muros de separación.

Para construir edificios de amor que reciban y alberguen a tu hermano, y que nunca sean un obstáculo en su camino. Que las piedras sirvan para construir senderos de diálogo que promuevan la paz, haciéndonos una familia de hermanos.

Manejemos con valentía los mazos de la dignidad para romper las piedras de la injusticia que proliferan en el corazón humano por el desamor.

Que la esperanza nos haga plantar flores, incluso entre las piedras de la indiferencia.
Padre Júlio Lancellotti