AIPRAL invita a la familia reformada latinoamericana a celebrar un nuevo Día de la Reforma, dando gracias por quienes tuvieron el valor de decir que no.
Celebrar la Reforma Protestante es agradecer a Dios por la vida de las mujeres y los hombres que ante nosotros, guiados por el movimiento del Espíritu Santo, tuvieron el valor de decir que no: no a la zona de confort, no al aislamiento, no a las prácticas abusivas de las autoridades reinantes, no al conformismo.
Celebrar la Reforma Protestante es dar gracias a Dios porque las narraciones, la poesía, las piezas de sabiduría, las historias de aciertos y errores de aquellos que primero compartieron la llama de la fe, han sido traducidas a nuestras lenguas.
Celebrar la Reforma Protestante es dar gracias a Dios porque hoy nuestras comunidades de fe pueden leer el Evangelio, teniendo la oportunidad de comprender nuestras historias personales iluminadas por la vida y el ministerio de Jesús, siendo renovadas por Él.
Celebrar la Reforma Protestante es buscar en Dios el coraje de cuestionar cosmovisiones religiosas, mirar a la persona sencilla, escuchar la interpretación bíblica del «otro» y protestar.
La protesta es siempre una lectura activa del mundo. La «protesta reformada» es una forma activa de vivir la fe. Pensar en las protestas de la Reforma de los siglos XIV a XVII simplemente en términos cronológicos es reducir su importancia y alcance al limitarlos a ciertos períodos históricos.
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Caminemos en Dios, al lado y entre la gente, sirviendo a otros, proclamando la paz y el reino de Dios en armonía con la creación.
Qué el Espíritu de Dios sea nuestra guía para ser, llegar a ser y hacer. ¡Gloria a Dios!