Violencia de Género en Puerto Rico

«Vivimos como pueblo, momentos llenos de dolor, tristeza y angustia. La violencia en general arropa a Puerto Rico de una forma alarmante, en especial hacia las mujeres. Hasta el 3 de mayo de 2021, veinte mujeres han sido asesinadas por alguien que les confesó amarles». El Presbiterio de San Juan de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos de América alerta sobre la violencia hacia la mujer en Puerto Rico y hace un llamado a la justicia y la compasión.

Compartimos la declaración del Presbiterio de San Juan en la nación puertorriqueña, perteneciente a la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América, sobre la alarmante situación de femicidios, denunciando la violencia sistémica hacia las mujeres en nuestras sociedades.

Iglesia Presbiteriana (EUA)
Presbiterio de San Juan

 

Violencia de género en nuestro país

Un llamado a la justicia y a la compasión

 

Vivimos como pueblo, momentos llenos de dolor, tristeza y angustia. La violencia en general arropa a Puerto Rico de una forma alarmante, en especial hacia las mujeres. Hasta el 3 de mayo de 2021, veinte (20) mujeres han sido asesinadas por alguien que les confesó amarles. Veinte familias que viven en dolor, pues una de sus mujeres ha sido asesinada de manera vil. La frustración que como pueblo vivimos, se estremece cuando muchos de estos asesinatos no son esclarecidos. Añadiendo al dolor, 68% de las solicitudes para órdenes de protección son denegadas por el sistema judicial.

Viendo como sufre el pueblo ante esta situación, nos corresponde como Iglesia hacer nuestra parte. Necesitamos no aislarnos ni mantenernos en silencio. La invitación es abrir los ojos y el corazón. Tener solidaridad y sobre todo empatía, invitando a amar la vida y a valorarla. La violencia de género hacia la mujer es un mal que como Iglesia estamos llamados a denunciar, rechazar y a no permitir.

Iglesia, nuestro llamado a servir al Reino de Dios demanda que nos involucremos en todos los aspectos de la vida de la comunidad que nos rodea, la comunidad en la que servimos. Estar al tanto y aportar en la gestión necesaria para atender las situaciones y carencias que en ella hay. Hablar y llamar las cosas por su nombre, es el primer paso para hacernos participantes activos en la educación y la promoción de valores que construyan el bienestar en nuestro entorno. Se hace necesario educarnos y prepararnos para poder servir, detectar y proteger a posibles víctimas que pueden estar muy cerca de nosotros, incluyendo en nuestras comunidades de fe. Ser voz y apoyo de los que sufren, de los desamparados.

Es nuestra responsabilidad identificar conductas camuflageadas como correctas, pero su intención y efecto es minimizan a la mujer. El uso de un lenguaje que degrada y lastima a la mujer pasa desapercibido en demasiadas ocasiones, pero refleja una educación que promueve el patriarcado y coloca a la mujer en un lugar inferior. Recalcamos la importancia de ser una Iglesia inclusiva que abra sus brazos para recibir y acompañar a quienes son víctimas de violencia. Una iglesia comprometida con la justicia tal como Jesús nos enseñó.

Recordemos el llamado recibido por el Profeta Zacarías cuando leemos:

Luego Zacarías recibió este mensaje del Señor: El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: juzguen con imparcialidad y muestren compasión y bondad el uno por el otro. No opriman a las viudas ni a los huérfanos ni a los extranjeros ni a los pobres. Tampoco tramen el mal unos contra otros.

Zacarías 7:8-10 (NTV)

La instrucción divina al profeta, y dirigida a los líderes de la comunidad, es un claro llamado a la responsabilidad comunitaria de cuidar y proteger, en especial a los más vulnerables. Vivimos en comunidad, nos protegemos en comunidad.

Unamos nuestras voces en contra de la violencia de género en Puerto Rico tanto en manifestaciones públicas como desde nuestros púlpitos. Separemos espacios intencionalmente para conversar sobre el tema con la niñez, la juventud y los adultos. Que nuestros templos sean espacios llenos de sanidad y seguridad para recibir todas las personas que directa o indirectamente viven bajo este ciclo de violencia que nos ahoga.

Desde nuestro lugar vivamos en compasión, no callados, ni faltos de sensibilidad. Sino, proclamando y compartiendo la misericordia de nuestro Señor y Salvador Jesús.

Rvdo Gerson Serrano Arroyo

Moderador

Anc Ana Camila Vázquez de Jesús

Vicemoderadora

Rvdo Raúl F Santiago Rivera

Secretario Permanente

Anc Gloria Lozada de Jesús

Tesorera