El Diálogo Intereclesial por la Paz (DIPAZ) hace un llamado a los movimientos armados de Colombia y al ejército colombiano para un cese de hostilidades permanente por razonas humanitarias, ante la pandemia del covid-19. La guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN) dispuso un cese al fuego unilateral desde el 1° hasta el 30 de abril. DIPAZ hizo seguimiento del alto a las acciones ofensivas y constató que no se han reportado casos de violencia que puedan ser atribuidos a dicha organización.
“Si bien el ELN en el pasado ha tomado esta medida, este cese unilateral se da en respuesta al pedido que han hecho el Secretario General de la ONU Antonio Guterres y el Papa Francisco, de frenar todos los conflictos a nivel global y privilegiar el cuidado de la vida en tiempos de pandemia.”, cita el comunicado emitido por DIPaz, plataforma que reúne a iglesias, universidades y organizaciones eclesiales de derechos humanos, y trabaja promocionando el antimilitarismo, la no violencia, la reconciliación y monitoreando el Acuerdo de Paz alcanzado por la ex-guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Estado.
La trabajadora social y coordinadora de incidencia pública de DIPaz, Jenny Neme, señala que la medida de cese unilateral adoptada por el ELN “en general, fue tomada muy bien por la opinión pública, como un gesto de confianza que se esperaba desde hace un tiempo”, sobretodo por las más de 120 organizaciones comunitarias que la plataforma acompaña. Pero el cese al fuego, señala, no es suficiente: además de las confrontaciones armadas, es necesario poner fin a otras formas de hostilidades, a los hostigamientos, al control territorial impuesto, al reclutamiento incluso de niñas y niños, al abuso físico y sexual, por parte de los grupos armados. Estos no son solo el ELN, sino disidencias de las FARC y herederos de grupos paramilitares, que se reorganizaron tras el Acuerdo de Paz que llevó a un proceso de reincorporación a la vida civil a más de 10.000 ex-combatientes.
DIPaz tiene entre sus varios cometidos, acompañar a las personas que transitan el proceso de reincorporación a la vida civil, económica y social de ex integrantes de las FARC. Neme, quien pertenece a la Iglesia Menonita, señala que hay una buena disposición de parte de estas personas para su reinserción así como para incentivar y dar ánimo a otros grupos armados para avanzar con los diálogos, pero hay facciones activas de la guerrilla que continúan con el conflicto y los escenarios de guerra en los territorios. “Hay una serie de prácticas que creemos es importante que paren, y por eso hacemos eco a este pedido de las comunidades que insisten que además de lcese al fuego es necesario un acuerdo humanitario que contemple medidas verificables” que garanticen los derechos a las poblaciones locales. “En este tiempo de cese unilateral declarado por el ELN, si bien en general vemos que hay un cumplimiento, entendemos que no tuvo frutos, ni por el lado del ELN ni por el lado del gobierno, frente a buscar nuevamente sentarse a la mesa de negociaciones” para avanzar en este tipo de acuerdos.
La plataforma DIPaz inició el año pasado, una propuesta formativa entre líderes locales y referentes eclesiales, a través de la Escuela de Acción No Violenta, que viene formando 150 personas en la promoción de la paz y la justicia restaurativa, quienes culminan el curso este año. Pero el aislamiento social establecido por las autoridades para hacer frente a la pandemia de coronavirus, afecta directamente esta y otras acciones directas de la plataforma. “Las dinámicas de reconciliación implican necesariamente encuentros cara a cara entre la gente, el monitoreo exige acceso y movilidad entre los espacios territoriales de reincorporación, donde se encuentran las personas reinsertadas; no hemos podido ir a visitarles que es lo que hacemos con frecuencia. Por otra parte se vio afectado la agenda con organismos internacionales y agencias de las Naciones Unidas para dar apoyo a estos procesos. Igualmente tenemos el aporte y la colaboración de la Iglesia de Suecia, la Federación Luterana Mundial, la alianza ACT, Christian Aid. Guardamos una profunda gratitud por todo el acompañamiento y el aporte en oración y apoyo político, que nos brindan las iglesias, la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas y AIPRAL.”